Mi pequeño ángel negro:
Hoy te escribo desde mi oscuro rincón, aquel rincón donde mi pesar se adueña de mi razón, y esto puede ser bueno porque hay veces en que la razón me ciega y veo mejor atreves del dolor.
Saber hoy me duele más que nunca tu partida, hoy me ha atacado el dolor y me han hecho falta tus brazos: su fuerza y seguridad, me han hecho falta tus labios con su cálido beso y tiernas palabras.
Quisiera hoy más que nunca que no te alejaras, pero pronto ya no importara te irás y no volverás. Oh!, pequeño ángel negro, mi vida ni seria la misma si no te conociera, inclusive tal vez seria vacía, pero pedí amor, amor verdadero t se me concedió en ti, y no lo creía, era tonto e incrédulo.
Así que en esos días volví a mi rincón oscuro y otra vez pedí e inmediatamente brillo el oscuro rincón, y en esa luz sabias palabras se me revelaron: Tú no morirás, no es tu tiempo, todavía te falta amar. No te rindas, ve más allá, no te rindas. Así que me levante y espere tu llegar con los brazos abiertos de par en par.
Pero me dio miedo el amor verdadero y con este miedo en la voz pregunte qué hacer y se me respondió: No tengas miedo, solo ve con ella, aquella que te ama y encontraras respuestas.
Y así, según la respuesta obtenida, fui a ella con ella antes de que muriera, aquella que me diera el conocimiento de generaciones y ella me dio respuesta con estas palabras: Cuanto gozo siento al saber que te importa la opinión de esta vieja, y si es ella a quien amas, que así sea, dejare que entre en mi casa y sentiré gozo al llamarle parte de mi familia. Pero su tiempo ya era corto y poco después de eso murió.
Y todo andaba bien, Y con gozo pregunte al viento, ¿será ella mi esposa?, y el viento susurro con el sonido de tu voz en mí oído: Entiendo lo que hago o debo hacer y lo hago por amor y convicción, así ahora desciendo para después ser levantada en eternidad a tu lado. Así respondió el viento y de gozo lleno mi corazón.
Y todo andaba bien, pero el día negro asechaba a la lejanía; con sus viles garras lastimaba la luz del día, hasta que un día… El sol… ¡se apago!... Si, un buen hombre murió, si, el en su vida te amo, si, aun mas que yo, y su partida trajo pesar a los dos. Y así con ese pesar fui a mi maestro y pedí consuelo y el tranquilo me dijo: El ahora tranquilo esta, si, en un lugar mejor esta, tu mi discípulo estás en tu lugar, si como roca estas, si, como su apoyo incondicional, así pues estad firme mi discípulo que con y para ella debes estar.
Hoy tus palabras alejan mis pasos de ti, y yo sigo aquí como roca y hago de tu conocimiento mi ultima confesión al viento: Iré y hare lo que mi maestro me ha dicho por que se que el camino me será revelado porque sé que mi maestro no me daría instrucción alguna sin antes prepararme para el camino. Pero no se a donde me llevara el camino así que no le confesé mas al viento ni diré más de esta confesión.
Hoy confieso que te amo, te amo como nunca había amado a nadie en mi vida, y sé que me amaste con todo tu corazón y todo tu espíritu y solo este amor con aquel que nos da nuestro creador.
Y el bendijo nuestro amor y quiso que fuera eterna, porque así el me lo confeso, y así con estas palabras te pido que no dejes morir este amor, que no dejes morir los sueños, porque son de dos y no solo de uno.
Aprovechemos el tiempo para amarnos y hacer este amor eterno, porque nos guste o no, sabemos que fue, es y será verdadero.
Te amo, mi pequeño ángel negro y por siempre seré tuyo.
Nailo Gottblut
The Last Dark Lord